CARRACA I, ‘nave de transporte antigua, muy voluminosa’, vieja voz mediterránea, de origen incierto.
Vidos,
Parole Marin., 288-291; Dozy,
Gloss., 248-9; Eguílaz, 364. Comp. cat.
carraca [caraca, S. XIII, en R. Martí, p. 267], fr.
caraque [princ. S. XIV], b. lat. genovés
carraca [1157], it.
caracca [1494]. Hay testimonios repetidos en la Edad Media de que era navío italiano, y en especial, genovés; de aquí viene también la forma francesa, y a pesar de que el vocablo es frecuente en el castellano medieval, es insegura la afirmación de Zaccaria, de que el punto de partida del vocablo en romance sea España y no Italia. El origen último es dudoso. El ár.
harrâqa o
harrâq pertenece a la lengua clásica (Lane I, 552) y a la vulgar (Bocthor), fonéticamente no ofrecería dificultad si en romance es palabra oriunda de Italia o de Cataluña, pero desde el punto de vista semántico la etimología no satisface, pues la
Ʌarrâqa era precisamente una embarcación cargada de materias inflamables para incendiar otros buques, y el vocablo viene efectivamente de
Ʌáraq ‘incendiar’; ahora bien, nada de esto se halla en las descripciones de las antiguas carracas, que nos las presentan como pesadas embarcaciones de transporte y no de guerra. Por esta razón debe preferirse a la anterior etimología, tomada de Eguílaz por Vidos, la propuesta por Dozy: ár.
qarâqir, plural de
qurqûra ‘navío mercante, que muchas veces era de enorme tamaño’
1; pudiendo las carracas ir en convoy, se comprende la generalización del plural, y la pérdida de la
-r no sería obstáculo, pues aun suponiendo que
-qir se hubiera romanizado en
-cre, la disimilación podía eliminar esta
r (comp. cat.
rabera, quizá de
rabârib, plural). Por lo demás, no tenemos la menor seguridad de que el vocablo romance sea de origen arábigo, pues como observa Sainéan,
Sources Indíg. II, 423, esto se basa en una declaración de Felipe de Novara (S. XIV), sin autoridad alguna como orientalista, naturalmente. Bien podría ser palabra de formación onomatopéyica, basada en los crujidos de estos pesados barcos de transporte. O podría ser derivado de
CARRO (comp.
POLACRA). Como prueba de que el ár.
Ʌarrâq sufrió el influjo de la voz romance, con la cual se le identificaría secundariamente, podría interpretarse el hecho de que R. Martí escribe
harrâk con
-k, y lo traduce por medio del cat.
carraca. Quizá se deba a la misma confusión el significado de «
baleinière, barque de plaisance» que tiene hoy
Ʌarrâqa en Mostagánem (Brunot,
Vocab.
Marit.)
En cuanto a la ac. 5.ª de la Academia, ‘sitio en que se construían antiguamente los bajeles, esp. en Cádiz’, claro está que no hay por qué separarla etimológicamente de carraca ‘nave de carga’, como pretende hacerlo Eguílaz.